Me encantan los lápices de colores. No sé cuántas veces lo habré comentado; probablemente no las suficientes. Son herramientas simples, cómodas, manejables, de gran portabilidad, cuyo uso relaja mucho. Tienen una injusta fama por asociárseles con el arte infantil pero, afortunadamente, cada vez hay más artistas que están demostrando que con lápices de colores se pueden hacer verdaderas obras de arte que casi parecen fotografías reales. El lápiz de color es un medio que implica paciencia, donde mezclar no es tan sencillo, y que requiere trabajar capa sobre capa, pero que resulta muy gratificante. Si quieres saber más sobre este medio, puedes leer mi artículo sobre los lápices.
Todavía me quedan algunas marcas de lápices de colores que probar (cada vez menos, pero alguna queda) pero, de todas las marcas de lápices que he probado hasta ahora (Alpino, Caran d’Ache, Conté, Koh-I-Noor, Faber-Castell, Arteza, Prismacolor, Derwent, Castle Art, Staedtler, Stylex, Lyra, Winsor & Newton, Bryunzeel, Cretacolor y Van Gogh) me quedo con las siguientes:
Caran d’Ache
Faber-Castell
Bryunzeel
Koh-I-Noor
Prismacolor
Derwent
1) En primer lugar he elegido Caran d’Ache por el conjunto de cualidades que presenta: su robusta madera, la solidez de su mina, el color cremoso, la calidad que presentan las series que he probado (Pablo y Luminance). Está muy bien que tengan varias series de lápices para todo tipo de bolsillos sin alterar su calidad. Por ejemplo, aunque la serie de lápices Pablo es mucho más barata que los Luminance, la primera es más colorida que la segunda. La pega, claro está, es que esta marca resulta bastante más cara que otras. Un lápiz de la serie Luminance, por ejemplo, sale por unos 3 euros.
2) Faber-Castell es una marca fantástica en todas sus variantes, un sinónimo de calidad, y todo lo que he usado de ella me convence. En el apartado de lápices he probado los Polychromos, cuya mina es de aceite pero consigue una cremosidad excepcional muy alejada de la típica mina dura que precisa de múltiples capas para un mejor acabado. Tiene una gama muy amplia de colores (120) y además se mezclan muy bien entre ellos. También he probado los Goldfaber que, para ser una serie intermedia, actúa bastante bien. Con respecto a los Albrecht Dürer -los lápices acuarelables- , su paleta de colores es la misma que la de los Polychromos pero, como era de esperar, son algo más terrosos y pálidos antes de aplicarles agua. El resultado es una acuarela profesional sin rayas adicionales, homogénea y muy similar a las acuarelas tradicionales. Los lápices Pitt pastel son de colores llamativos y funcionan muy bien en papel de color o negro, sin dejar grumos ni manchas.
3) Bryunzeel es una marca holandesa parte de Royal Talens que ofrece varias líneas de lápices, siendo Design la profesional, que incluye lápices pastel, acuarelables y normales. Dos cosas sorprenden de estos lápices; una es su presentación (la gama de 48 lápices viene en una caja de cartón dura semejante a la madera, con cajones) y el hecho de que, siendo un lápiz sólido y cremoso, presente un precio tan asequible (la gama de 48 colores puede encontrarse por entre 35 y 50 libras). Puede que el motivo de este precio sea que ahora los lápices se fabrican en China, pero doy fe de que eso no le resta un ápice de calidad. De pigmentos vivos y aplicación cremosa, el lápiz Bryunzeel es lo suficientemente competente como para quedarse con el tercer puesto.
4) Koh-I-Noor es una marca checa de casi doscientos años de antigüedad, que goza de gran prestigio en su país natal y en otros como Polonia, no tanto así en países más al oeste como Francia, Alemania o España, donde dominan más las marcas anteriormente mencionadas. Pero si Koh-I-Noor no es un nombre más conocido no es por su falta de calidad, sino por pura cuestión publicitaria. Y es que Koh-I-Noor ofrece los lápices más profesionales que puedas encontrar en el mercado al mejor precio. Todos los productos que he probado me han encantado, y en lápices he probado la inmensa mayoría: Polycolor, Mondeluz, Magic, Tri-tones…los Polycolor, los lápices secos más conocidos de esta marca, poseen una cremosidad propia de los lápices de cera pero con un toque de aceite, lo que hace de su mina algo muy especial. De colores vibrantes, la mayor pega quizás sea que en su abanico de 72 unidades algunos colores resultan redundantes.
5) Ha sido difícil dejar a Prismacolor en quinta posición, pero como de esta marca solo he probado sus lápices (frente a otras como Koh-I-Noor, donde también he probado otros materiales) la he bajado a la quinta posición, y a eso se le une la fragilidad de la madera que recubre una valiosa mina blanda (y que se acaba rápido) y con gran capacidad de mezcla, como es la de los Prismacolor Premier, la joya de la corona de esta marca. Un producto que goza de fama y popularidad, ahora empañada por la fragilidad de una cobertura de madera tan frágil que puede dar al traste con una mina de colores vibrantes, que para mi gusto se merece algo mejor.
6) Derwent: otra marca de rancio abolengo es la que ocupa la sexta posición. Derwent es un sello británico con muchos años de historia a sus espaldas de la que he probado los lápices acuarelables, los Drawing y los Coloursoft. Derwent posee un amplio abanico de lápices de colores, desde los económicos Academy hasta los Procolour. Pero son los Coloursoft los que se llevan la mayoría de alabanzas por su gran cremosidad y facilidad de mezcla. Y aunque es cierto que sus colores son cremosos y se mezclan bien, resulta un desastre a la hora de afilarlos: literalmente mi lápiz celeste (mi color favorito) ha sido consumido por la multitud de veces en que he tenido que afilarlo porque la mina se desprendía una y otra vez (sin que el lápiz hubiese caído al suelo), y sin la posibilidad de llegar siquiera a usarlo. En cuanto a la serie de acuarelables Inktense no he tenido este problema, y el resultado, de gran calidad, me ha dejado satisfecha. Sin embargo, debido a la gran calidad de las marcas anteriormente mencionadas, lo dejo en sexta posición porque creo que me convencen más que ésta.
EXTRA
7) Staedtler: la serie Ergosoft de Staedtler no entra dentro del rango de lápices de colores profesionales (para realizar trabajos de pago), pero resultan ideales para colorear libros. Son unos lápices perfectos por fuera (sólidos, ergonómicos, triangulares, anti-deslizantes, de textura agradable, resistentes al agua, mina con tecnología ABS -anti-rotura-) y por dentro (mina sólida, cremosa, rica en pigmento). Es un lápiz ligero, se puede afilar sin problemas, se mezcla bien y la mina dura mucho antes de tener que sacarle punta. La mina tiene la apariencia de una mina de aceite por su dureza, pero su aplicación es cremosa. Es el lápiz perfecto: económico, tecnológicamente superior y de aplicación impecable. Es difícil pedir más por menos y tenía que estar en la lista como sugerencia de lápices económicos y de alto rendimiento.
¿Y tú, con qué lápices te quedas?