Aprendiendo a dibujar

Experimentos pictóricos, información y reseñas

¿Es el hiperrealismo arte? — 3 diciembre, 2019

¿Es el hiperrealismo arte?

El hiperrealismo (también conocido como fotorrealismo o superrealismo) es un estilo artístico que se centra sobre todo en la pintura y en la escultura, y que depende en gran medida de las fotografías. Se desarrolló como un estilo independiente en Estados Unidos y Europa durante la década de los setenta del pasado siglo, e implica una réplica extremadamente detallista de un pasaje de la vida diaria o de una fotografía, a fin de obtener un resultado tan parecido al original que prácticamente no llega a haber diferencia entre la realidad y la pieza creada.

Retrato hiperrealista, por Mike Dargas

Aunque no hay duda de que el movimiento hiperrealista implica el conocimiento de diferentes estilos artísticos, algunas personas dicen que se trata más de una destreza que de un estilo artístico, ya que, para algunos, la definición de arte es un concepto cerrado, que solo puede ser algo o muy alejado de la realidad (como el surrealismo) o cercano a ella, pero sin perder el toque artificial (como en el caso del realismo). Así, en vez de ser visto como un estilo artístico, el hiperrealismo se contempla como algo innecesario… a fin de cuentas, para eso están las cámaras, ¿no?

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Retrato hiperrealista, por Philipp Weber

Bueno; el objetivo de este artículo es apoyar al hiperrealismo como forma de arte, porque no debería olvidarse que la definición de arte es muy amplia, y porque hay mucha pasión y técnica detrás de un trabajo hiperrealista. De hecho, me quedé sorprendida cuando vi el grado de prejuicio que existe alrededor de esta técnica, la cual siempre he contemplado con admiración. De hecho, llegó un momento en el que me sentí decepcionada al ver tantas críticas en contra de este movimiento, las cuales venían sobre todo de parte de artistas que deberían estar ocupados creando sus propias composiciones en vez de criticando las de otros. Siempre he pensado que el arte es algo tan diverso que hay poco espacio para el desprecio. Y, sin embargo, estaba equivocada (como suele pasar casi siempre cuando uno se sumerge en cualquier campo de la vida). No encuentro nada malo en el hiperrealismo, y no dudo por un segundo del mérito y de las aptitudes artísticas de los pintores y escultores que se dedican a él. Entiendo que los detractores puedan ver en el hiperrealismo una copia de la vida, pero no olvidemos que, después de todo, el arte va sobre observar la vida, y jugar con las luces y sombras es parte del arte en sí. Solo porque una creación llegue al extremo del detallismo (hasta el punto de perder la impronta del artista debido al parecido extremo), no significa que no sea arte.

El arte está en el ojo del artista. Y tanto si el resultado final es demasiado abstracto o demasiado detallado, sigue siendo arte.

Rompiendo una lanza — 13 junio, 2019

Rompiendo una lanza

Royalty-free picture by blickpixel (via Pixabay)

Rompiendo una lanza por todas aquellas marcas de material artístico que “casi nadie” conoce. Por marcas que están comenzando ahora, con toda la ilusión del mundo. Por marcas que llevan ahí mucho tiempo, pero siguen a la sombra de grandes nombres. Muchas marcas reconocidas son excelentes y ofrecen material de calidad; nadie lo cuestiona. Nadie cuestiona la calidad de Faber-Castell o Prismacolor, por ejemplo. Son marcas de prestigio, con historia, y con una reputación que les precede. Pero es bueno recordar que el mercado es amplio, y que porque todas las marcas no gocen de la misma fama ni tengan la misma publicidad, o porque solo sean conocidas en su país de origen o colindantes, eso no significa que no sean buenas marcas. Y ahora, más que nunca, que disponemos de la ventaja de un mercado abierto gracias a las páginas de compra online, es un buen momento para comparar, para buscar ofertas, para darle la oportunidad a decenas de marcas que son más económicas sin perder calidad, y que sería interesante probar para no quedarse solo en las tres o cuatro marcas que van de boca en boca, o que pueblan las estanterías de cualquier tienda de material artístico promedio. Es bueno investigar, leer opiniones y conocer los productos de otros países, que también nos acercan a su cultura, de otra forma. Porque si no lo hacemos, esas marcas desaparecen, y entonces desaparece la variedad, y la competencia. Y es bueno que haya competencia, para tener más opciones, y para ajustar los precios de mercado.

Por eso, desde este rincón, rompo una lanza por marcas que pocos han oído, que siguen siendo “excepciones” en el mundo del arte, y que no debieran serlo. Por eso procuro escribir sobre sus orígenes, y trato de buscar alternativas menos conocidas. Rompo una lanza por marcas de calidad como Bryunzeel, Van Gogh, Cretacolor, Viarco, Lyra, o marcas en ciernes como Arteza, Castle Art Supplies, Daveliou o MozArt, o por marcas más económicas, que quizás los principiantes no tienen en cuenta porque no son “lápices demasiado famosos”, pero que también tienen calidad, como algunas líneas de Staedtler.

Y muchas otras. Muchas otras que aún estoy por descubrir. Pero, de momento, hablo de lo que conozco. Deseo que haya un espacio para todas las marcas, y oportunidades para todos los artistas.

Visita a la tienda de Koh-I-Noor — 2 enero, 2019

Visita a la tienda de Koh-I-Noor

Hace poco estuve en Praga (República Checa) y cumplí uno de mis sueños: visitar una tienda oficial de Koh-I-Noor (más sobre esta marca aquí). Sé que suena extraño, pero tenía muchas ganas desde hacía tiempo de visitar una tienda de esta marca, ya que en mi país no existen. En Praga hay tres: una está integrada dentro de un centro comercial, abre de lunes a viernes y con horario limitado los sábados; la que yo visité está en Na Prikope, al lado de la Torre de la Pólvora, y abre los siete días de la semana, de 10 de la mañana a 8 de la tarde. Dado que mi viaje fue de un fin de semana, ésta era la única tienda que podía visitar. Me hubiera gustado acercarme a la fábrica, que está en České Budějovice (Budweis), pero me parece que no está abierta al público, y tampoco era fácil llega allí desde Praga.

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El establecimiento en cuestión es el más pequeño de los tres. No presenta una selección muy amplia (no encontré todo lo que tenía pensado), pero los productos se agrupan de manera estratégica para que haya un poco de todo. En las estanterías se encuentran los estuches de pasteles y lápices, mientras que en los expositores hay lápices sueltos y sacapuntas. Sobre la mesa principal hay gomas de borrar, fundas para lápices, portaminas y bolígrafos, entre otras cosas.

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Curiosamente, los precios de la tienda física son más baratos que los de las tiendas online, algo que sospecho que es debido a que la corona checa es más baja que el euro, ya que la tienda de la página oficial presenta precios similares a los de Amazon (al estar en euros), pero al comprar en la tienda física en coronas checas resulta más económico. Por poner un ejemplo, la caja de lápices edición Progresso de 12 unidades me costó 95 coronas (3,70 euros), mientras que en la tienda oficial online cuestan algo más de 7 euros y en Amazon España, algo más de 11 euros. Además, resulta especialmente ventajoso comprar lápices sueltos en la tienda física, porque siempre salen más caros por internet (por los gastos de envío). Yo compré varios lápices gruesos de grafito de Triocolor, lápices sueltos de colores metálicos de la serie Polycolor, borradores en forma de lápiz, el lápiz Aristochrom (el primer diseño del lápiz mágico), un sacapuntas grande para los lápices mágicos, los Progresso normales y  los fluorescentes, lápices pastel, lápices mágicos, un bolígrafo, lápices sueltos de la serie Gioconda en sepia, marrón y negro, un mezclador, un sostenedor de lápices de espuma y papel para dibujar. En resumen: un buen surtido. Y creo que en total me gasté unos cincuenta euros, lo que está bastante bien.

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En la tienda me encontré con turistas españoles y de otros países, lo que indica que es una marca que despierta interés entre los amantes del arte. Estuve en un par de ocasiones durante el fin de semana y casi siempre había gente, algo que me encanta. Cabe destacar que venden vistosos estuches de madera con lápices y gomas de borrar gigantes con paisajes de Praga, estupendos recuerdos para llevarle a aquellos conocidos a quienes les interese el maravilloso mundo artístico.

En resumen: una agradable experiencia que me apetecía compartir.

¿Qué medio me gusta más y por qué? — 21 noviembre, 2018

¿Qué medio me gusta más y por qué?

Por este orden, saltándome la infancia y, hasta ahora, los medios que he probado han sido los siguientes:

Rotuladores
Lápices de colores
Acuarelas
Pasteles al óleo
Ceras

Comencé a interesarme por el material artístico porque trabajaba en una tienda de libros que también es una papelería y, aunque me ocupaba de la sección de libros, de vez en cuando iba a ordenar la sección de arte (tanto la infantil como la profesional). Así empecé a enterarme de las marcas, a inspeccionar los objetos y a estar al tanto de las novedades. Un día vi una oferta de 28 rotuladores de la marca Sharpie por 8 libras y no pude resistir la tentación de comprarlos.  Otro día, y debido al boom de los libros de colorear para adultos, decidí comprar unos sencillos lápices con cabeza doble y otros lápices acuarelables de la marca de mi tienda, que eran los más económicos. También adquirí tubos de purpurina de colores, papel de acuarela y el libro para colorear: ¡ya tenía mi primer set de arte!

Sin embargo, enseguida me di cuenta de que colorear dibujos de otros no era lo mío. A mí, desde pequeña, y aunque lo hubiera dejado apartado, me interesaba más hacer mis propias creaciones. Así comencé a dibujar cómics y postales utilizando el papel de acuarela y los Sharpie. Después seguí investigando sobre marcas más profesionales y terminé donando todos mis lápices de marca blanca para adquirir mi primer set profesional: ¡una lata de 24 lápices de Prismacolor! Después compré acuarelas en tubo, y el resto vino solo…

He pensado que esta introducción era necesaria para explicar por qué empecé por los rotuladores, porque de ellos es precisamente de los que voy a hablar a continuación:

1) Los rotuladores son un medio que no me entusiasma demasiado, ya que los noto ásperos al dibujar y el olor a alcohol termina mareándome después de un rato. Prefiero utilizarlos para detalles aislados, en lugar de realizar una ilustración entera con ellos. Solo he probado los Sharpie, los Promarker de Winsor & Newton y los Finecolour, y de los acuarelables los Tombow y los MozArt con punta de pincel, que uso bastante poco. Aunque son de colores vibrantes y exigen poco repaso para rellenar una superficie, si no se utiliza el papel adecuado puedes romperlo (incluso utilizando papel de acuarela, se traspasa : /). Además, tampoco hay posibilidad de reparar un error una vez que te confundes. Por si fuera poco, mezclar colores puede ser una mala idea si no se hace con cuidado, ya que el papel se resiente. Los rotuladores se gastan pronto si los utilizas en grandes superficies, y la mayoría no disponen de recambio, y además se secan si los almacenas demasiado tiempo. Pero ésta es solo mi opinión personal: el artista de los rotuladores sin duda sabrá cómo solventar estos inconvenientes. Por otra parte, el acabado de un dibujo a rotulador puede quedar tan bien como una foto digital, y resultan un medio muy interesante para combinar con lápices, por ejemplo, resaltando sus trazos.

Finecolour

2) Los lápices de colores son la herramienta más perfecta que existe y, sin embargo, llegaron los últimos (¡no se inventaron hasta 1924!). Son manejables, no necesitan de otros artilugios para ser empleados (pincel, agua, trapo, etc.), son ligeros, normalmente económicos, se pueden llevar a todas partes, son precisos, no manchan, huelen bien, se pueden almacenar durante años y años, pueden mezclarse, ser borrados y se presentan en una gran cantidad de formatos (mecánicos, de grafito puro, de madera, etcétera) y de gamas (normales, acuarelables, pastel). Por otra parte, exigen trabajo por capas, por lo que puede resultar aburrido para personas impacientes. Como todo colorista sabe, no vale con “apretar el lápiz” para conseguir un resultado brillante y realista, sino que hay que aplicar varias capas en diferentes colores para conseguir así una apariencia tridimensional.

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3) Las acuarelas son un medio muy interesante que trabaja conjuntamente con el agua, de tal forma que su resultado es impredecible, y por ello hay innumerables técnicas. La magia del trazo y de las mezclas pueden dar un resultado espectacular sobre todo en paisajes. Además, la acuarela rellena grandes superficies en un tiempo relativamente corto. No obstante, su uso requiere esperar al secado, y el resultado normalmente varía (no se ve igual un dibujo cuando está recién pintado que cuando lleva varias horas secándose). Es un medio versátil (se presenta en pastillas, tubos, lápices). La acuarela es una técnica a la que algunos artistas le tienen miedo, ya que no saben cuál va a ser el resultado final, y éste puede quedar empañado por un trazo vacilante. Para aquellos que no se animan a utilizar acuarelas, yo les recomendaría los lápices acuarelables, que combinan precisión y el mismo efecto que las acuarelas.

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4) Los pasteles al óleo son mis pasteles favoritos (los otros tipos de pasteles que utilizo son los lápices), ya que no espolvorean ninguna superficie ni ensucian tanto como los tradicionales pasteles en tiza o pasteles blandos. Inhalar el polvillo de los pasteles es perjudicial para la salud, por lo que exige trabajar al aire libre o en una habitación específica y ventilada. El acabado de los pasteles es sin embargo muy vibrante, motivo por el cual fue el medio predilecto (junto con el óleo) para muchos y renombrados artistas de épocas anteriores. Es una técnica que hay que saber manejar, particularmente el pastel al óleo es estupendo para rellenar grandes superficies (a mí me funciona muy bien para atardeceres u océanos). Sin embargo, son olorosos, manchan y precisan de un fijador para que los colores se queden pegados al papel, pues nunca terminan de secarse sobre el lienzo u hoja.

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5) Las ceras las hay de dos tipos, ya sean realmente hechas de cera (pintan peor y manchan) o de plástico, extendidas más en el mundo infantil y que tienen la ventaja de que se pueden sacar mejor punta y no ensucian. Es un medio para combinar con otros, como por ejemplo los lápices, y que yo he usado poco, pero que he redescubierto gracias a las Triowax de Koh-I-Noor, que me han encantado porque son mates sobre el papel, no manchan y el resultado es similar al de un lápiz de color.

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Dicho todo esto, la conclusión es que mi medio favorito es el lápiz de color (lo que no es ninguna sorpresa). Por cierto, me encanta que haya tal variedad de formatos artísticos (incluyendo otros que nunca he mencionado porque nunca he utilizado, como el spray, los acrílicos o el óleo) porque cada quien utiliza el que va más acorde con su personalidad, y de todos ellos pueden salir maravillosas obras de arte que demuestran una vez más que el talento no va en el medio, sino en la mano que lo aplica.

Y a ti, ¿qué utensilio artístico te gusta más?

Top 6 mejores marcas de lápices —

Top 6 mejores marcas de lápices

Me encantan los lápices de colores. No sé cuántas veces lo habré comentado; probablemente no las suficientes. Son herramientas simples, cómodas, manejables, de gran portabilidad, cuyo uso relaja mucho. Tienen una injusta fama por asociárseles con el arte infantil pero, afortunadamente, cada vez hay más artistas que están demostrando que con lápices de colores se pueden hacer verdaderas obras de arte que casi parecen fotografías reales. El lápiz de color es un medio que implica paciencia, donde mezclar no es tan sencillo, y que requiere trabajar capa sobre capa, pero que resulta muy gratificante. Si quieres saber más sobre este medio, puedes leer mi artículo sobre los lápices.

Todavía me quedan algunas marcas de lápices de colores que probar (cada vez menos, pero alguna queda) pero, de todas las marcas de lápices que he probado hasta ahora (Alpino, Caran d’Ache, Conté, Koh-I-Noor, Faber-Castell, Arteza, Prismacolor, Derwent, Castle Art, Staedtler, Stylex, Lyra, Winsor & Newton, Bryunzeel, Cretacolor y Van Gogh) me quedo con las siguientes:

Caran d’Ache
Faber-Castell
Bryunzeel

Koh-I-Noor
Prismacolor
Derwent

1) En primer lugar he elegido Caran d’Ache  por el conjunto de cualidades que presenta: su robusta madera, la solidez de su mina, el color cremoso, la calidad que presentan las series que he probado (Pablo y Luminance). Está muy bien que tengan varias series de lápices para todo tipo de bolsillos sin alterar su calidad. Por ejemplo, aunque la serie de lápices Pablo es mucho más barata que los Luminance, la primera es más colorida que la segunda. La pega, claro está, es que esta marca resulta bastante más cara que otras. Un lápiz de la serie Luminance, por ejemplo, sale por unos 3 euros.

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2) Faber-Castell es una marca fantástica en todas sus variantes, un sinónimo de calidad, y todo lo que he usado de ella me convence. En el apartado de lápices he probado los Polychromos, cuya mina es de aceite pero consigue una cremosidad excepcional muy alejada de la típica mina dura que precisa de múltiples capas para un mejor acabado. Tiene una gama muy amplia de colores (120) y además se mezclan muy bien entre ellos.  También he probado los Goldfaber que, para ser una serie intermedia, actúa bastante bien. Con respecto a los Albrecht Dürer -los lápices acuarelables- , su paleta de colores es la misma que la de los Polychromos pero, como era de esperar, son algo más terrosos y pálidos antes de aplicarles agua. El resultado es una acuarela profesional sin rayas adicionales, homogénea y muy similar a las acuarelas tradicionales. Los lápices Pitt pastel son de colores llamativos y funcionan muy bien en papel de color o negro, sin dejar grumos ni manchas.

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3) Bryunzeel es una marca holandesa parte de Royal Talens que ofrece varias líneas de lápices, siendo Design la profesional, que incluye lápices pastel, acuarelables y normales. Dos cosas sorprenden de estos lápices; una es su presentación (la gama de 48 lápices viene en una caja de  cartón dura semejante a la madera, con cajones) y el hecho de que, siendo un lápiz sólido y cremoso, presente un precio tan asequible (la gama de 48 colores puede encontrarse por entre 35 y 50 libras). Puede que el motivo de este precio sea que ahora los lápices se fabrican en China, pero doy fe de que eso no le resta un ápice de calidad. De pigmentos vivos y aplicación cremosa, el lápiz Bryunzeel es lo suficientemente competente como para quedarse con el tercer puesto.

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4) Koh-I-Noor es una marca checa de casi doscientos años de antigüedad, que goza de gran prestigio en su país natal y en otros como Polonia, no tanto así en países más al oeste como Francia, Alemania o España, donde dominan más las marcas anteriormente mencionadas. Pero si Koh-I-Noor no es un nombre más conocido no es por su falta de calidad, sino por pura cuestión publicitaria. Y es que Koh-I-Noor ofrece los lápices más profesionales que puedas encontrar en el mercado al mejor precio. Todos los productos que he probado me han encantado, y en lápices he probado la inmensa mayoría: Polycolor, Mondeluz, Magic, Tri-tones…los Polycolor, los lápices secos más conocidos de esta marca, poseen una cremosidad propia de los lápices de cera pero con un toque de aceite, lo que hace de su mina algo muy especial. De colores vibrantes, la mayor pega quizás sea que en su abanico de 72 unidades algunos colores resultan redundantes.

koh i noor

5) Ha sido difícil dejar a Prismacolor en quinta posición, pero como de esta marca solo he probado sus lápices (frente a otras como Koh-I-Noor, donde también he probado otros materiales) la he bajado a la quinta posición, y a eso se le une la fragilidad de la madera que recubre una valiosa mina blanda (y que se acaba rápido) y con gran capacidad de mezcla, como es la de los Prismacolor Premier, la joya de la corona de esta marca. Un producto que goza de fama y popularidad, ahora empañada por la fragilidad de una cobertura de madera tan frágil que puede dar al traste con una mina de colores vibrantes, que para mi gusto se merece algo mejor.

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6) Derwent: otra marca de rancio abolengo es la que ocupa la sexta posición. Derwent es un sello británico con muchos años de historia a sus espaldas de la que he probado los lápices acuarelables, los Drawing y los Coloursoft. Derwent posee un amplio abanico de lápices de colores, desde los económicos Academy hasta los Procolour. Pero son los Coloursoft los que se llevan la mayoría de alabanzas por su gran cremosidad y facilidad de mezcla. Y aunque es cierto que sus colores son cremosos y se mezclan bien, resulta un desastre a la hora de afilarlos: literalmente mi lápiz celeste (mi color favorito) ha sido consumido por la multitud de veces en que he tenido que afilarlo porque la mina se desprendía una y otra vez (sin que el lápiz hubiese caído al suelo), y sin la posibilidad de llegar siquiera a usarlo. En cuanto a la serie de acuarelables Inktense no he tenido este problema, y el resultado, de gran calidad, me ha dejado satisfecha. Sin embargo, debido a la gran calidad de las marcas anteriormente mencionadas, lo dejo en sexta posición porque creo que me convencen más que ésta.

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7) Staedtler: la serie Ergosoft de Staedtler no entra dentro del rango de lápices de colores profesionales (para realizar trabajos de pago), pero resultan ideales para colorear libros. Son unos lápices perfectos por fuera (sólidos, ergonómicos, triangulares, anti-deslizantes, de textura agradable, resistentes al agua, mina con tecnología ABS -anti-rotura-) y por dentro (mina sólida, cremosa, rica en pigmento). Es un lápiz ligero, se puede afilar sin problemas, se mezcla bien y la mina dura mucho antes de tener que sacarle punta. La mina tiene la apariencia de una mina de aceite por su dureza, pero su aplicación es cremosa. Es el lápiz perfecto: económico, tecnológicamente superior y de aplicación impecable. Es difícil pedir más por menos y tenía que estar en la lista como sugerencia de lápices económicos y de alto rendimiento.

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¿Y tú, con qué lápices te quedas?